La lluvia. Aquellas gotas que se dejan caer de las nubes. Esas que te hacen sentir algo. Esas que te hacen sentir identificadas con ellas...
Yo de pequeña siempre tenía una respuesta para saber porqué está lloviendo. Y esa respuesta la tengo aun muy presente...
"Por algo las nubes están tristes... Por algo las nubes dejan escapar unas lágrimas deseosas de ver mundo. De dejar de ser reprimidas..."
Y así es como las nubes empiezan a llorar. A hacer que el que está en su casa, en la calle o en algún sitio especial, mire hacia a una lado, ya sea ventana, para ver la calle, o el cielo, porque te encuentras en la calle.
Los truenos... Los relámpagos... También tienen una frase. Tienen un algo que les hace especial. Que hace que el mal tiempo sea mi preferido.
Sea por el que estoy completamente obsesionada. Sea por el que apuesto. Sea por el que me hagan sonreír.
Tanto los truenos como los relámpagos tienen su frase. Y es la que más cariño la tengo.
"Por algo el cielo se ha enfadado, por algo se ha puesto triste y furioso y por algo hace que las nubes lloren..."
Adoro el mal tiempo. Adoro que llueva. Adoro el olor a tierra mojada. Adoro que un rayo me ilumine la habitación.
No es que adoro que haya rayos, ni por el estilo, pero eso forma parte del mal tiempo. Y eso tiende a que dentro de mí, a que en mí, a que yo les tenga afecto...
La lluvia simboliza algo que forma parte de mí. Y sí, ese algo son las lágrimas. Porque llores de risa, de tristeza, de miedo, de alegría, finalmente son lágrimas. Son gotas... ¿saladas?
Son gotas como las gotas que caen de las nubes y que finalmente se rinden de luchar y van a parar a suelos, tejados, lonas, cristales, persianas, gente, e incluso otras piscinas...
Por eso solo una única conclusión, para mí, no sé si para ti, querido lector, querida lectora, sea una conclusión...:
Las gotas son como lágrimas desosas de ver mundo, de dejar de ser reprimidas, y finalmente de rendirse y no luchar más.
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